Querido Miedo…
Oye, querido miedo:
Miedo grande, miedo chiquito…
Te has expandido más de lo esperado… y así no era el trato.
Vengo a proponerte otro:
Sé mi guardián,
avísame del peligro;
cuídame, adviérteme.
Pero suéltame, déjame ser.
Ya no puedo darte tooodo el espacio que has ocupado.
Sé mi ayudante, pero no mi señor.
Que subirme en tu lomo, me permita volar.
No te pido que te vayas. Has sido mi ayuda.
Pero ya mi ser se sofoca y se paraliza contigo al mando.
No me dejas ver nada claro, cuando te haces tan inmenso
que te transformas en ansiedad y en angustia.
Tengo tantas réplicas de ti, que incluso he sentido temor de mí misma.
Y ya basta. Detente.
Necesito tocar lo profundo, desplegar las alas,
ver lo que anhelo hacer, dar lo que puedo,
desplegar mi interior,
sin compararme, sin la mirada en los estereotipos,
en los mandatos y en la opinión.
Te propongo un nuevo trato:
Quédate en un cuartito,
calla cuando te lo pido,
sé mi guardián sobrio
y despéjame el camino.
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