Hablas? O hablo?
Querías hablar?
Empieza, diría el poeta.
Y caerán en tierra, inertes tus palabras,
yertas y vacías.
Habla,
y solo resonará el eco
de tu ardid y tu aciaga herida.
Eres el cuenco roto,
la grieta por la que se esfumaron
los rezagos de la confianza
y de mi terca esperanza.
Nada de lo que creí queda en este momento,
farsante de alta talla ,
emulador de tiempo entero.
Creí en tus promesas de
lealtades y verdades,
en la luz que presumías
mientras tu sombra me oscurecía.
Por mi parte,
ante tu crueldad me resistía,
cegada y confundida;
enajené mi criterio,
pese a todo cuanto veía.
Y aquí están tus cosechas,
y yo, al frente para verlas,
así como a los telones caídos
de tus teatrales componendas.
El viento sopla y desnuda realidades.
El tiempo pasa y revela sus verdades.
Todavía dices que quieres hablar,
y me verías a la cara
como si tuvieras dignidad.
Digno no eres de mirarme!
En cobarde infamia,
añorante quedarás.
Morirás para mi ensueño,
para mi inocente terquedad.
Habla! O se te acabaron los hechizos,
las quimeras y los conatos de bondad?
Alza tus cargas lejos de mi vista!
Desnudo y soso,
que te tomen los brazos
que tanto te extrañaron
desde varios años atrás…
Y, si se marchitan tus cipreses,
a mí ya no me inculparás.
Ya tendrás quien te expíe,
quien se lleve gustosa tu maldad.
Que arda este amor antiguo,
si así preciso fuera,
y que en las llamas de su hoguera,
de tu oscuro nombre,
en las mil vidas siguientes,
sin cesar, me protegieran.
Este poema habla de la llama enardecida, reverberante, incandescente de las emociones de un tiempo oscuro de mi vida. Y quiero compartir su sentir palpitante, porque sé que muchos seres, como yo, transitaron la senda sombría de una relación de pareja perversa y enfermiza.
Estaba caminando el último trayecto de ese túnel oscuro, antes de ver la luz de un nuevo nacimiento, cuando enarbolaba la rabia que no había podido sentir antes por haber yacido un largo tiempo en la sensación de desarraigo, de letargo, de sinsentido, de desvalorización… de desesperanza aprendida.
Y por fin lograba sentir eso: rabia, ira, y verdadero anhelo de decirle adiós para siempre a ese capítulo aciago de mis días. Verdadero anhelo de decir : “BASTA!”, con mayúsculas y sin miedo. Basta de abusos, de maltratos, de gritos, de ignominia, de juicios, de cinismos, de sarcasmos, de ambivalencias, de deslealtades, de mentiras…. Basta del desamor y la agresión que, poco a poco, incluso fui creyendo que me merecía.
Este es el poema que izó la bandera del punto final, y que me regaló la hoja en blanco para volver a empezar. He de decir que aquellos límites que no fui capaz de poner, aquel adiós que no fui capaz de decir ante la primera transgresión, aquellas desvalorizaciones que no fui capaz de rechazar y asumí como ciertas, aquellos juicios ajenos con los que me condené severamente a mí misma, fueron el espejo certero del Auto-amor que me había negado y de la benevolencia que no me había prodigado.
Hoy transito pasito a paso la senda de recuperar la identidad perdida, de encontrar mi propia mirada, el abrigo de mi voz y el sosiego de tenerme de nuevo… La aventura de Regresar a Casa.
¿ Resuenan mis palabras en algún tramo de tu camino? ¿Alguien te tocó en lo más profundo de tu identidad, de tu amor por tí, de tu valor, de tu sentido de vida? Qué te enseñó esta oscura transición después de la cual seguramente no fuiste la/el mismo(a) ?
